Recogiendo trufas
Dejando atrás el verano es tiempo de calabazas, castañas, setas y como no… de nuestro diamante negro, la trufa negra. A pesar de que el calor se resiste a irse por completo, ya empieza a notarse el frío en nuestros campos. La primera cosecha de la trufa ya ha llegado por lo que es tiempo de volver a disfrutar de madrugar y salir con los perros a buscar trufas.
Es fácil compartir el camino y los primeros rayos de sol con corzos y conejos aprovechando que todavía no hace calor. A la trufa le pasa como a las setas, si no se recoger a tiempo otros animales interesados como los insectos aprovecharán para poner sus huevos y que los gusanos se alimenten de ellas impidiendo de este modo que puedan venderse.
Diciembre da el pistoletazo de salida al calendario invernal de ferias dedicadas al mundo de la trufa. Sin duda la Feria de la trufa de Sarrión es de las más importantes y de obligada visita para aquellos que quieran no sólo conocer más sobre el cultivo y la cosecha de la trufa sino para degustar magníficas recetas con nuestra trufa negra (Tuber melanosporum) como protagonista. Podremos encontrar tapas de huevos rotos trufados, albóndigas con salsa de trufa, quesos y embutidos a la trufa… y todo ello marinado con cerveza con trufa. Como veis el abanico es bastante amplio y no sólo podréis disfrutar de esta magnífica localidad en Teruel, sino que además estaréis contribuyendo al desarrollo rural y a potenciar el tejido industrial de la comarca.
Hoy voy a contaros cual fue nuestra aventura para entrenar a nuestra perra de raza Bretón. Tina, que así es cómo se llama el alma de la búsqueda de la trufa, viene de una familia de perros truferos por lo que el tamaño, sensibilidad olfativa y predisposición a este trabajo ya venían de serie. Nosotros únicamente tuvimos que centrarnos en su entrenamiento para que aprendiese a oler las trufas frescas bajo tierra cuando se mezclan con el olor a tierra mojada, insectos, otras plantas, etc. Son ya 4 años los que está con nosotros y la verdad que ya estamos pensando en ampliar la familia porque ha resultado mucho más fácil de lo que esperábamos. Todo el entrenamiento ha estado basado en el juego y refuerzo positivo. Desde pequeña empezó a familiarizarse al olor de la trufa en su comida lo que le hizo entender que ese olor a trufa significaba que había comida. Después en una segunda fase tras enseñarle a buscar sus juguetes y a devolvérnoslos sin romperlos empezamos a jugar con trufa fresca escondiéndola por casa y después por el monte. De este modo aprendió a que cuando encontrase una trufa no tenía que morderla para no dañarla y que si no la entregaba habría un refuerzo positivo (que en nuestro caso era pechuga de pavo que, ¡¡la vuelve loca!!
El último truco que empleamos para su entrenamiento fue que saliese a buscar trufa en manada con otros perros. El aprendizaje por imitación es muy efectivo y gracias a ello hoy podemos salir a buscar trufas de manera autónoma a nuestros campos. Eso sí, siempre hay que salir a pasear con algún premio en el bolsillo por si encuentra alguna trufa salvaje en el monte y es que a todos nos gusta cobrar por un trabajo bien hecho.
Con el paso de los años, ahora es Tina la que pide ir a los campos a buscar trufa ya que sabe que no sólo podrá disfrutar del monte, sino que con cada trufa encontrada tendrá un premio y si tiene suerte coincidirá con otros perros con los que podrá jugar al acabar la jornada de trabajo.